¿Qué pasaría si un enviado especial del secretario 
general de Naciones Unidas al Sahara Occidental visitara el Sahara 
Occidental?¿Qué pasaría, por tanto, si Cristopher Ross, que ocupa este lugar 
quisiese viajar al Sahara Occidental para verificar los informes que ha 
consultado? Probablemente, Marruecos retiraría días antes su confianza en él y 
pediría a Naciones Unidas su sustitución. Esto es lo que ha pasado en los 
últimos días. Y es tan grave la situación, que nunca, ningún enviado especial 
del secretario general de Naciones Unidas al Sahara Occidental ha pisado este 
territorio. Es una zona vedada para el responsable de arbitrar la solución. “A 
finales” del mes que la próxima semana terminará, mayo de 2012, Christoper Ross 
tenía pensado viajar a El Aaiún, capital del Sahara Occidental, que está ocupada 
por la policía y paramilitares marroquíes. Precisamente, Ross ha criticado la 
injerencia de estos paramilitares y de la policía, con otras palabras, 
obviamente, en el trabajo de la Misión de Naciones Unidas en este territorio. Y 
ya no viajará, o al menos es lo que se ha comunicado oficialmente. No es una 
novedad; con su actitud, Marruecos ha conseguido alejar a todos los enviados 
especiales del secretario general para el Sahara Occidental. Y lo ha vuelto a 
hacer. Y la pregunta que encabeza esta información no obtendrá respuesta alguna. 
Al menos por ahora. Ni James Baker, ni Peter Van Walsum, antecesores como 
enviados especiales para el Sahara Occidental, han pisado el territorio 
saharaui. Ross pretendía quebrantar lo que considera una anomalía, pero se ha 
encontrado al Majzen en plena convulsión. El modus operandi fue algo distinto de 
lo habitual, pero culminó causando el revuelo suficiente para frenar las 
intenciones de Ross y presionar a Naciones Unidas. Después de estirar la presión 
internacional, filtrar a medios de comunicación internacionales su opinión sobre 
Christopher Ross, el ministro de Comunicación de Marruecos, Mustafá Jalfi, 
detalló algunos detalles de los argumentos que conforman la retórica marroquí. 
Recuperando el comunicado enviado por el Gobierno marroquí encontramos que Ross 
tiene “un método desequilibrado y parcial”; lanzan al Secretario General que 
tome decisiones para que el conflicto “avance”; aseguran que “hay tendencia a 
debilitar la posición marroquí”; y, sobre todo, su marginación de “la propuesta 
histórica y estratégica de autonomía hecha por Marruecos”. Se han celebrado 
nueve rondas de negociación entre las partes y durante el proceso a Marruecos le 
ha dado tiempo de elaborar un plan de autonomía que constituye una violación al 
derecho internacional. Para Marruecos, la negativa del Polisario a este plan de 
Autonomía y que Ross no lo recomiende como salida constituyen una situación que 
“ya no es conveniente a aceptar”. Antes que Ross, Peter Van Walsum, diplomático 
holandés, ocupó su mismo cargo. Salió también con la cabeza gacha, incapaz de 
solucionar el conflicto. Nunca viajó El Aaiún o no se informó oficialmente de 
ello. Van Walsum cometió la torpeza diplomática de declarar que el objetivo de 
la Misión de Naciones Unidas para el Sahara Occidental, el Referéndum, era 
“imposible”. Argelia opinó que su trabajo había concluido. Van Walsum fue franco 
y tras sus declaraciones había un mensaje claro: No es posible celebrar el 
referendum en las condiciones actuales. Quizá le faltó algo de cinismo para 
maquillar. Antes que Van Walsum, en su puesto estuvo James Baker, que tras 
elaborar dos planes y encontrar reticencias por ambas partes el Polisario aceptó 
que el Sahara Occidental fuera una autonomía durante un tiempo determinado en el 
documento y que tras el mismo se celebrase un referendum que incluyese la 
independencia. Si se hubiese ejecutado, el conflicto tendría resolución a estas 
alturas. Pero no pudo ser. A Marruecos no le gustaba que se incluyese la 
independencia como opción. Y Baker acabó abandonando su puesto, sin poder 
presenciar en persona, tampoco, la masiva presencia de paramilitares y policías 
marroquíes que inundan el día a día en El Aaiún. Y la historia se ha vuelto a 
repetir. Ross ha tirado de la cuerda más de lo que el amo permite y se ha 
encontrado con un latigazo que Naciones Unidas ha intentado evitar, pero sólo ha 
conseguido hacerlo a medias. Ban Ki-Moon ha reiterado su confianza en Ross, 
contra la opinión de Marruecos, pero se ha cancelado ese viaje previsto y ningún 
enviado especial del secretario general habrá pisado el Sahara Occidental. Cabe 
recordar, como una cesión más que hace la diplomacia de Occidente a Mohamed VI, 
que MINURSO es la única Misión de Naciones Unidas para el continente africano 
que no vela por el cumplimiento de los Derechos Humanos en el territorio, cuya 
violación no sólo es cometida por las fuerzas paramilitares, sino también por la 
propia policía y administración marroquí -incluida la judicial-. También es una 
cesión a Marruecos la posibilidad de explotar los recursos naturaes del Sahara 
Occidental y obtener importantes beneficios por ello. Lo preceptivo sería, si el 
transcurso de los hechos sigue por dónde habitualmente va, que ahora Naciones 
Unidas deje correr unos meses, luego filtre la sustitución de Ross y finalmente 
la ejecute. 
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