Sin perder la sonrisa, ataviados con sus darraas (la túnica tradicional saharaui), levantando el puño en alto y lanzando proclamas en favor de la independencia del Sáhara Occidental, cánticos por su autodeterminación y vítores por el Frente Polisario. Así han abandonado esta madrugada la sala del Tribunal Militar de Rabat los 24 presos saharauis detenidos tras el desmantelamiento del campamento de protesta saharaui de Gdeim Izik, que se levantó a las afueras de El Aaiún (capital administrativa de la ex colonia española) en octubre de 2009 y que reunió en 7.000 jaimas a más de 20.000 saharauis. Se les acusaba de la muerte de once agentes marroquíes.
Los 24 activistas saharauis habían esperado entre rejas dos años y tres meses este proceso, en régimen de detención preventiva, y se han enfrentado a un macrojuicio de más de cien horas en nueve sesiones maratonianas. "Había asistido a juicios muy duros, sobre todo durante la Intifada de 2005, pero no como este", dijo a este periódico la jurista canaria Inés Miranda, con una larga experiencia a sus espaldas como observadora en este tipo de procesos.
Ocho condenas perpetuas, cuatro a 30 años, ocho a 25, otras dos a 20 años y otras dos, a dos años de prisión ya cumplidos. Ha sido el veredicto del tribunal militar en el que deliberaban cuatro jueces militares y uno civil. "Según la reforma constitucional marroquí de 2011 ya no podrían celebrarse estos procesos militares a civiles, pero hay un vacío legal todavía en este sentido", explicó a ElMundo.es el profesor de Derecho Internacional en la Universidad del País Vasco y observador, Juan Francisco Soroeta.
Los cargos que según el tribunal han sido probados son los de formación de banda criminal, violencia contra la fuerza pública con resultado de muerte y mutilación de cadáveres. La defensa de los saharauis -entre la que se contaban abogados también marroquíes- reaccionó ante los veredictos con una visible frustración.
Falta de pruebas
"No se sabe quién mató a quién, en qué momento, o cómo se hizo, si con un coche, con armas...; y las armas que se llevaron como pruebas no tenían sangre, ni huellas, estaban limpias", se queja Soroeta. De hecho, según los abogados defensores se hizo proyectar un vídeo sobre el desmantelamiento del campamento donde no se puede reconocer a ninguno de los acusados, no hubo pruebas de ADN, ni autopsias a los cadáveres.
"Las pruebas no tenían garantías inculpatorias", según la observadora española Matilde Mérida. "Tampoco se verificaron en el juicio los atestados policiales, ni se reclamaron informes médicos cuando los acusados declararon haber sido torturados".
Mérida critica también que una de las pruebas del fiscal se basó en fotografías de los inculpados vestidos de militares en los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf, en Argelia.
"Si la defensa de los Derechos Humanos es motivo de acusación, estoy dispuesto a morir por mi pueblo", "viva el Frente Polisario" o "moriremos por nuestra Patria", han sido algunos de los mensajes que han lanzado a gritos los activistas antes de abandonar una sala con una fuerte presencia policial, patente también en los alrededores del tribunal. "Vosotros matasteis a mi hermano", increpó a los saharauis antes de que abandonaran el tribunal un marroquí sentado en uno de los bancos y que tuvo que ser acompañado al exterior por los agentes.
Los observadores no se pronuncian
Ahora, podrán recurrir las condenas en el plazo de ocho días. "Pueden hacer un recurso de casación por quebrantamiento de forma, porque no se han respetado sus garantías", dijo Miranda, para quien "este juicio supone un paso atrás en un país que pretende aplicar un sistema democrático a la administración de justicia". Aunque muchos de los observadores también destacaron la libertad de expresión que se respiró durante las sesiones.
La Asociación Marroquí de Derechos Humanos (Amdh), que envió a alguno de sus observadores al tribunal militar, se abstuvo esta madrugada de hacer declaraciones y remitió a la prensa al informe que probablemente hagan público mañana.
En las escaleras del tribunal varias decenas de marroquíes ondearon la bandera nacional mientras cantaban su himno. "Hoy se ha hecho justicia", dijo a ELMUNDO.es un joven identificado como Amine, que calificó a los saharauis de traidores y bastardos. Insultos que algunos de sus camaradas no dudaron en hacer extensivos también a los observadores españoles.
Ahora, todas las miradas se centran en el Sahara Occidental, donde activistas saharauis temen que la población salga a las calles a manifestarse en contra de la condena.
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