El actor estará en la ceremonia en apoyo a su documental ‘Hijos de las nubes’
En una de esas pequeñas candidaturas de los goya, el del galardón al mejor documental, la votación está que arde por el nivel de los competidores. Uno de los candidatos es Javier Bardem (Las Palmas, 1969), productor, cocreador y guía del documental Hijos de las nubes. La última colonia, que dirige Álvaro Longoria. El actor, que se encuentra estos días fuera de España, volverá para asistir a la ceremonia el 17 de febrero con este filme en el que describe el sufrimiento de los saharauis, su implicación en el conflicto y su búsqueda de una solución para un pueblo abandonado por los países europeos. Por correo electrónico, Bardem responde a un cuestionario de EL PAÍS. Él ha seguido, tras el documental, implicado en una lucha que parece moverse a paso de tortuga: “A lo largo de estos tres años [desde que acabó su rodaje] se han producido pequeños cambios, algunos esperanzadores, como que el Congreso de Estados Unidos exigiese una mejora en los derechos humanos de los saharauis antes de renovar su apoyo militar a Marruecos, o que la Unión Europea interrumpiera su acuerdo de pesca con Marruecos en las aguas que pertenecen al Sáhara Occidental. Sin embargo, en abril de 2012, la Minurso, la Misión de Naciones Unidas en el Sáhara Occidental, ha sido renovada sin un mandato que les permita defender los derechos humanos de los saharauis”, lo que le lleva a confirmar con un tajante “sí” la sensación de frustración que emanaba del documental, sensación provocada por el triunfo de la realpolitik.
Mientras, Bardem continúa con su llamada de atención: “En los próximos meses vamos a proyectar el documental en la sede de Naciones Unidas de Ginebra y de Nueva York, en el Capitolio, en el Parlamento Federal Australiano, y seguimos recorriendo festivales internacionales. Nuestro objetivo es que lo vea el mayor número de gente posible. Cada vez que hemos hecho un coloquio después de una proyección del documental, hemos visto cómo una gran parte del público no sabía nada, o sabía muy poco, de la situación de los saharauis, y de la responsabilidad que tiene España como antigua potencia colonizadora. Por desgracia no hemos visto muchos cambios en su situación, pero es esperanzador ver cómo reaccionan los espectadores. Es emocionante”.
A pesar de la violencia que azota el Sahel, el actor, que tiene pendiente de estreno Alacrán enamorado, de Santiago Zannou, y The counselor, de Ridley Scott, cree que los saharauis no usarán las metralletas para llamar la atención: “Siempre se han distinguido de otros movimientos nacionalistas porque desde que firmaron la paz en 1991 han respetado los términos del acuerdo, y han luchado por sus derechos de forma no violenta. La mejor arma de los saharauis es continuar así”. Por ahora, el actor no tiene previsto documentales sobre otros problemas: “Hijos de las nubes todavía tiene mucho que decir. Aunque sí realizamos una pequeña pieza audiovisual en colaboración con el Centro Robert F. Kennedy para la Justicia y los derechos Humanos, junto a Kerry Kennedy”. Y por ello se apoyan en el impulso que puedan darles el Goya: “Estamos muy orgullosos de que se haya seleccionado la película como finalista, porque es un reconocimiento al trabajo realizado, pero sobre todo nos alegramos porque es un motivo para que se siga hablando del tema, y más y más gente sea consciente de la situación”.
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