Pepe Oropesa es el único español
que ha decidido quedarse en los campamentos de Tinduf
El Ejecutivo le ha exigido que
firme que España se exime de la responsabilidad si algo le ocurre
ELSA GARCÍA DE BLAS Madrid 29 JUL 2012 - 20:08 CET EL PAIS
Pepe Oropesa, en los campamentos de Tinduf. |
Pepe Oropesa tiene 26 años y es
el único español que ha decidido quedarse en los campamentos saharauis de
Tinduf (Argelia) después de que el Gobierno evacuara el sábado por sorpresa a
todos los cooperantes españoles de la zona, por “indicios fundados” de que
puedan sufrir un ataque terrorista. Asume el riesgo, dice, porque es
consecuente y llegó allí por su cuenta: “Creo en lo que hago, siempre he
pensado que si uno está en una situación como esta tiene que asumir su
responsabilidad”. Su apuesta por quedarse no ha estado exenta de presiones: el
Gobierno le ha exigido que firme un documento en el que exime a las autoridades
españolas de “toda responsabilidad sobre eventuales daños” que puedan
ocurrirle. La explicación que le ofreció el Ejecutivo de lo que eso significa
suena incluso más contundente. “Me advirtieron de que si me secuestran, España
no pagará mi rescate”, explica a EL PAÍS al otro lado del teléfono desde
Tinduf.
Pepe no es exactamente un
cooperante porque no está asociado a ninguna ONG, pero trabaja como voluntario
para la Asociación de Familiares de Presos y Desaparecidos Saharauis. Es
periodista, de Sevilla, y en el campamento de Auserd, en el que se encuentra, imparte
clases de español y recoge testimonios para un documental sobre las
desapariciones forzosas en el conflicto saharaui. La primera noticia de la
evacuación la recibió el viernes al mediodía,
a escasos minutos de que los 15 cooperantes fueran trasladados a la base segura
de la Minurso(Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara
Occidental) en Tinduf, para ser repatriados. A punto estuvo de ni siquiera
enterarse. “La AECID [La
Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo]
no sabía que yo estaba aquí, porque no estoy censado como cooperante, pero no
tuvieron en cuenta que en la zona hubiera otros españoles”.
No tengo miedo, más bien
intranquilidad. Esto no es una quijotada
En la primera llamada que recibió
de la responsable de la AECID en los campamentos, a la una de la tarde del
viernes, esta no le mencionó que había en marcha ya una repatriación de
españoles. Pero hubo una segunda llamada, apenas veinte minutos después.
“Entonces ella, exaltada, me explica que hay riesgo de secuestro y que tengo
que ir inmediatamente a Rabuni, donde ellos se encuentran, y que no me mueva
sin escolta porque puede haber un ataque”. En aquel momento, reconoce, se
asustó. Pensó que algo grave tenía que haber pasado para que el escenario cambiara
radicalmente en solo 20 minutos.
La explicación que les ofreció la
responsable de la AECID a todos los cooperantes, ya en la base de la Minurso,
tampoco fue mucho más detallada. “Nos anunciaron que la decisión era del
Gobierno, que existía un riesgo de secuestro de ciudadanos europeos pero
especialmente españoles, y que en cuestión de horas saldríamos para Madrid”. Y
ahí comenzó su odisea para quedarse, porque los responsables de la agencia trataron
de ser muy disuasorios. “Me lo pusieron muy mal. Me advirtieron de que si me
quedaba, en caso de secuestro o ataque estaría solo. Que España no haría nada
por mí. Me preocupé, sobre todo por mi familia”. Le llegaron a pedir el
teléfono de sus familiares para, según cuenta, “decirles cuatro cosas”.
"Descargo al Gobierno de
España de toda responsabilidad sobre los eventuales daños que puedan acontecer
a mi persona y/o bienes", dice el documento que ha firmado
Documento que el Gobierno ha exigido firmar a Pepe Oropesa. |
Pepe acabó accediendo a firmar un
documento en el que renuncia a la protección de España. El texto consta de dos
párrafos y no tiene membrete ni señal alguna que indique que es un documento
oficial. Se trata de una declaración, encabezada por sus datos personales, en
la que expresa que ha sido informado sobre “la existencia de un riesgo alto
contra la seguridad de los cooperantes españoles estacionados en los
campamentos de refugiados saharauis en Tinduf” y añade: “Asumo personalmente
todo riesgo implícito causado por mi permanencia en la zona y descargo, por
tanto, a las autoridades del Gobierno de España de toda responsabilidad sobre
los eventuales daños que puedan acontecer a mi persona y/o bienes mientras la
recomendación de evacuación no sea revocada por el Ministerio de Asuntos
Exteriores y Cooperación de España”.
Él asegura que no tiene miedo,
que la palabra adecuada es más bien “intranquilidad”. Y que son los saharauis
los que más le han calmado, los que le bromean con el asunto. Sus padres
pusieron al principio el grito en el cielo, aunque al final lo han aceptado. Y
es hijo único.
“Esto no es una quijotada”, insiste. Lleva viajando a los campamentos
desde 2006. Al final se arranca en una declaración con tintes heroicos: “Yo me
quedo aquí, pero no soy importante.. Quien
se queda aquí desde hace 37 años es el pueblo saharaui
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