sábado 11 de diciembre de 2010
* Fuente: Fundación Sahara Occidental
Esta tarde, a las 18:30, hora local, en el aeropuerto de El Aaiun, han sido detenidos 3 ciudadanos saharauis llamados:
- HUSSEIN ENDUR: nacido en 1980 en la ciudad de El Aaiun, destacado activista y expreso político. Estuvo en prisión en la Cárcel Negra de El Aaiun, durante casi un año. Sufre secuelas en un brazo ya que fruto de las torturas se lo rompieron y hubo de ser operado.
- EL MUSTAFA LABRAS, soltero y expreso político. Estuvo en prisión en la Cárcel Negra de El Aaiun, durante casi un año.
- OUM FADLI – JAOUDA, nacida en 1962, en la ciudad de Guelmin (Marruecos). Es madre de 5 hijos y es la primera vez que es detenida.
Se disponían a viajar, haciendo escala en Casa Blanca, a Argelia, cuando la Gendarmería Real de Marruecos, ocupante del Sahara Occidental, ha procedido a su detención arbitraria y según fuentes de territorios ocupados, se encuentran en el Cuartel de la Gendarmería Real de la ciudad de El Aaiun, antiguo cuartel de la policía territorial española, próximo a la iglesia católica construida por España, donde se sigue practicando culto con un sacerdote español.
En la tarde de ayer, 8 de diciembre, fueron detenidas HAYAT RGUIBI y NGUIA EL HAOISSI, ambas de 20 años de edad, en el aeropuerto de El Aaiun (según fuentes de CODESA), cuando se disponían a viajar a Casablanca para, a continuación, tomar un vuelo a Argelia para participar en una Conferencia en conmemoración del 62 aniversario del Día Mundial de los Derechos Humanos. En el día de hoy, y según fuentes de CODAPSO, ha ingresado en la prisión de la cárcel Negra de El Aaiun. Ambas activistas, a pesar de su corta edad, han demostrado siempre una valentía en el activismo digna de encomio, por lo que han sido objeto en numerosas ocasiones de detenciones, torturas, agresiones de todo tipo que no han menoscabado su lucha por la libertad de su pueblo.
Igualmente, ayer, fue detenido en el Barrio de Lirak, el conocido defensor de los derechos humanos, AHMED SBAI, Secretario General del Comité de Protección de los presos saharauis; miembro de la Asociación de Victimas de Violaciones de Derechos Humanos (ASVDH) y del Comité contra la tortura de El Aaiun. En su reciente visita a Badajoz, en abril y mayo de 2010, asistió a numerosos actos públicos y entrevistas con la prensa donde denunció la situación que vive el pueblo saharaui, viajando a Córdoba, invitado por la Asociación “Jaima”, donde causó su testimonio una profunda admiración.
Este fue el testimonio que no dejó y que no pudo terminar al recordar las atrocidades que vivió por las torturas infringidas por la despiadada policía marroquí:
“Nací en 1978 en El Aaiun ocupado. Cursé estudios secundarios. Soltero y Secretario General del Comité de Protección de los presos saharauis; miembro de la Asociación de Victimas de Violaciones de Derechos Humanos (ASVDH) y del Comité contra la tortura de El Aaiun.
Comencé el activismo en defensa de los derechos humanos en 2004.
Ingresé en prisión en dos ocasiones:
- La primera vez, el 26 de octubre de 2002. Fui condenado a 10 años pero, gracias a la presión internacional, sólo cumplí un año y tres meses.
- La segunda vez, el 17 de junio de 2006. La condena fue de año y seis meses y la cumplí en su totalidad.
En ambas ocasiones pasé la condena en la tristemente conocida “Cárcel Negra” de El Aaiun. En ambos casos fui acusado de pertenecer a bandas armadas, siendo falso.
Las torturas que sufrí son:
- Durante la primera detención, fui interrogado y torturado durante 4 días, en la Comisaría de la Avenida de Smara y en la Comisaría de la calle 24 de noviembre (ambas Comisarías son de la policía judicial). Me vendaron los ojos, me ataron las manos atrás y no me dejaban dormir (me despertaban con puñetazos y patadas). Tenía el suelo lleno de agua para que cuando me tumbase, el frío no me dejase dormir. Me metían guantes en la boca para no dejarme respirar. Aquí empezaron mis problemas de corazón.
- Durante la segunda detención, fui interrogado y torturado durante 2 días, en la Comisaría de la Avenida de Smara (Comisaría de la policía judicial). Las torturas fueron las mismas que en la primera vez que estuve detenido. Pero en esta ocasión, perdí el conocimiento a causa de las torturas. Me trasladaron al Hospital Hassan Mehdi (Avenida de Smara). Cuando desperté, me encontré a Omar Keisi (comisario) vestido de médico, que también me torturó en el hospital. Allí anuncie que iba a iniciar una huelga de hambre para denunciar la violación de derechos humanos a la que estaba siendo sometido. Cuando salí del hospital, me llevaron de nuevo a la Comisaría. Allí encontré a Mustafa Kammuri, torturador de la policía judicial (y ahora jefe de la policía de Tan Tan), donde volví a recibir puñetazos, patadas en el estómago… Uno de los policías, le dijo a Mustafa que acabada de salir del hospital y entonces fue cuando paró. Al día siguiente me llevaron al procurador y, desde allí, a la cárcel.
En mis diferentes traslados a la comisaría, a la cárcel o al procurador, también fui torturado.
Considero especialmente inhumanos que la primera vez que estuve en prisión, murieron 3 chicos saharauis en la misma cárcel. Uno de ellos falleció como consecuencia de las torturas que recibió por parte de las fuerzas de ocupación (Mohamed Buseta). Otro, comenzó una huelga de hambre y, como castigo, lo internaron en una celda aislada, donde murió sin recibir ningún tipo de atención. El tercero (Randam) tenía controles médicos, no lo trasladaron al hospital y falleció al poco tiempo.
Recuerdo, con gran dolor, que en la cárcel no nos tratan como personas ni como animales, mucho peor.
La celda, donde cumplí la primera condena, era de cinco por cuatro metros. Allí estaban 123 personas de media. Nunca bajó de 100 presos en mi celda. Todo el que llegaba nuevo a la cárcel, pasaba por esa celda. La habitación tenía una repisa corrida por las 4 paredes, de dos cuartas de ancha, donde dormían algunos presos. El resto dormía en el suelo, en posición lateral. Los pies de uno era la almohada de otro. Había un preso responsable de la celda (siempre marroquí), que tenía su espacio reservado y, si veía un poco de hueco, empujaba a los presos para que estuvieran más juntos. Si alguno quería más espacio, debía sobornar a este responsable. Si algún preso padecía lepra u otra enfermedad de la piel contagiosa, no era separado del resto de los presos.
Recuerdo que, cuando murió Buseta, avisaron a los funcionarios de la prisión que estaba muy grave. A las 17:00 horas falleció. Y, a pesar que la policía de la prisión ya sabia que había muerto, no sacaron su cuerpo hasta el día siguiente a las 8:00 de la mañana.
El baño de la celda era de 1,5 por dos metros. Allí también dormían dos líneas de presos sentados. No podíamos ir al baño y teníamos que orinar en una botella y hacer las necesidades en un plato, que teníamos que limpiar por la mañana porque era donde comíamos. Recuerdo que a la comida le añadían soda para ablandarla un poco y eso nos provocaba fuertes diarreas. En las ollas donde nos ponían la comida, debíamos lavar las ropas y las mantas.
La celda tenía dos puertas: una de barrotes y la otra cerrando esta. Por la mañana el funcionario, cuando abría la puerta, salía corriendo porque no soportada el olor que de allí salía ya que la puerta estaba cerrada y sólo entraba aire por una pequeña rendija en la parte de abajo.
Cuando reciben visitas los presos, la propia familia se tapa la nariz y la boca por el olor que desprenden. Recuerdo que, la primera vez que vio eso, pensé que mi familia no regresaría a verme. Y pensé que no aguantaría tal situación. Comenté con algunos presos que iba a hacer huelga de hambre. Un marroquí, chivato de la policía, me escuchó y se lo comunicó a los funcionarios de la prisión y estos a su vez, al director de la cárcel. Este me mandó llamar y me dijo que si me volvía a escuchar hablar de huelga de hambre, me llevarían a un sitio donde nadie me encontraría”.
Empezó a contar como vivió la primera vez que pasó la fiesta del cordero sin su familia y no puedo seguir.